La escultura original se conoce como El Torso. Durante el Renacimiento, se calificaba como torso a toda estatua que aparecía en estado fragmentario. Sin embargo, la importancia adquirida por esta figura hizo que terminase siendo considerada El Torso por excelencia.
Le faltan las piernas por debajo de las rodillas, ambos brazos y la cadera. Y, a pesar de todo, hoy tenemos una idea aproximada de cómo fue. Durante siglos se pensó que representaba el héroe Heracles (Hércules para los romanos). Se creía que la piel sobre la que se sienta era la de un león. Pero la cola, que puede verse en el costado derecho, no es la propia de este animal.
Hoy se cree que es la figura de otro héroe griego, Ájax. El guerrero habría estado sentado, con su codo derecho apoyado sobre el muslo. La mano derecha sostendría una espada, con el filo hacia abajo. La cabeza se habría apoyado, pensativa, sobre la empuñadura de la espada. En la mano izquierda, recorriendo el muslo del mismo lado, habría sujetado la vaina de la espada.
Sobre la base de la estatua puede leerse aún la inscripción realizada por su autor. En ella se ha escrito en griego: Apolonio, hijo de Néstor, ateniense, la hizo.