La Atenas de Pericles

Recorridos temáticos

Introducción

En el año 480 a.C. una coalición de ciudades griegas consiguió derrotar al poderoso ejército persa, liderado por el Gran Rey Jerjes. En las décadas posteriores, Atenas se convirtió en la potencia más influyente del mundo griego. Sus líderes supieron utilizar su habilidad política y su flota para construir un imperio marítimo que dominó el Mediterráneo.

Este florecimiento se materializó en un grandioso programa constructivo. Por medio del arte se trataba de mostrar al mundo las cualidades únicas de la democracia ateniense. Durante esos años de gloria, Atenas estuvo liderada por Pericles, el político más influyente de la época. Él impulsó las obras de renovación y embellecimiento de la ciudad. Los trabajos más importantes se centraron en el recinto más sagrado de Atenas: la Acrópolis, la roca que dominaba la ciudad.

Pericles puso a trabajar en el proyecto a los principales artistas del momento. Entre todos ellos Fidias brilló con luz propia. Poco a poco, fueron resurgiendo en la Acrópolis los edificios destruidos por los persas unas décadas antes. En el centro de todo este programa de renovación estaba la diosa Atenea. Del culto a la diosa protectora de Atenas partió un estudiado programa propagandístico que utilizó la arquitectura y la religión para distinguir a la ciudad como modelo de lo griego.

Todos esos esfuerzos se reflejaron con más fuerza en el Partenón, una auténtica mansión para la diosa. La Acrópolis en general y el Partenón en particular eran los símbolos visibles del imperio ateniense, florecido a consecuencia de la victoria frente a los persas. Construcciones y decoración se diseñaron cuidadosamente para transmitir un claro mensaje: la victoria y el desarrollo cultural de la ciudad habían sido posibles gracias a la protección de Atenea.