Introducción
La antigua Grecia dio gran importancia al cuerpo humano. Uno de los ejes de su sistema pedagógico fue la práctica atlética, relacionada con el entrenamiento militar. En este contexto, los Festivales Panhelénicos adquirieron una importancia sin igual en el conjunto del mundo griego.
Entre todos los festivales atléticos, el más famoso fue el que se celebró en el Santuario de Zeus, en Olimpia. Eran los famosos Juegos Olímpicos. Pero no eran los únicos. Otros festivales destacados se celebraron en Delfos, en honor al dios Apolo -los Juegos Pitios-, en Corinto en honor a Poseidón -los Juegos Ístmicos- y en Nemea, en honor a Zeus -los Juegos Nemeos.
Estas competiciones panhelénicas estaban abiertas a todos los hombres griegos libres, que nunca hubiesen sido condenados. Mientras durante siglos el ser griego fue un requisito imprescindible, con la conquista romana se admitió a hombres llegados de los territorios dominados por Roma.
Los Juegos Olímpicos
La primera competición olímpica se celebró en 776 a.C. Desde esa fecha, los Juegos se sucedieron de forma ininterrumpida, cada cuatro años. Al principio, las competiciones duraban un solo día, para acabar prolongándose hasta cinco. Desde 648 a.C. los Juegos abarcaron todas las modalidades deportivas importantes.
Entre todas las disciplinas la que reportaba mayor fama al vencedor era el Pentatlón. La prueba, como su nombre indica, incluía cinco competiciones atléticas diferentes y complementarias. Los participantes en el Pentatlón eran los atletas más completos. Además, al tratarse de una prueba atlética, cualquiera podía participar. Por el contrario, las pruebas hípicas estaban restringidas a las clases aristocráticas por el elevadísimo coste de monturas y carros.
El Pentatlón
La prueba estrella de los Juegos se desarrollaba en tres fases. La competición se iniciaba con las pruebas lanzamiento de disco y jabalina y con el salto de longitud, ninguna de las cuales se realizaba fuera del programa del Pentatlón.
Aquellos atletas que no quedaban eliminados en esta primera fase, se presentaban juntos a la carrera de stadion. El nombre de esta prueba de velocidad se deriva de la distancia recorrida, equivalente a un estadio olímpico o 198 metros. Finalmente, los que aún permanecían en la competición se presentaban a la última de las pruebas, el pugilato.
El sistema de clasificación tenía cierta complejidad puesto que se iba eliminando a todo aquel que terminase tres veces detrás del mismo adversario.
Discóbolo
Posiblemente la más famosa de las esculturas de la antigua Grecia, el Discobolo representa a uno de los participantes del Pentatlón. La estatua se compone de tal forma que el artista nos ofrece los movimientos congelados del lanzador, casi como si de una danza se tratase.
El deporte consistía en el lanzamiento de una placa circular de metal, con un peso aproximado de unos dos kilos. Todos los competidores compartían el mismo disco que al término de la prueba se convertía en el premio del vencedor.
Sabemos que el disco se lanzaba desde un punto denominado balbis, una zona delimitada en el suelo por barreras delanteras y laterales. Según todos los indicios parece bastante posible que el atleta preparase su lanzamiento dando uno o más pasos, pero sin tomar carrerilla.
Aunque en esta reproducción se puede ver al atleta con el rostro girado hacia el suelo, sabemos que la colocación de la cabeza del original que aquí se copia está equivocada (de hecho, la cabeza ni siquiera pertenecía a la estatua). El lanzador miraba hacia el disco y esta postura, con la cabeza girada hacia atrás, le permitía no sólo controlar el lanzamiento sino también equilibrar su cuerpo y prepararlo para el impulso final.
La lucha
Los antiguos Juegos Olímpicos incluyeron tres modalidades de lucha diferentes. La primera de ellas era la Lucha propiamente dicha que, a su vez, se practicaba en dos modalidades, la lucha en posición erguida y la lucha en el suelo. El fin de la competición consistía en hacer caer al adversario tres veces al suelo en un mínimo de cinco asaltos, sin descanso entre ellos. Se consideraba que el contrincante había caído cuando tocaba el suelo con la espalda o los hombros, así como cuando se lograba inmovilizarlo con los hombros en el suelo o lanzarlo fuera del recinto de la lucha.
La segunda modalidad era el Pancracio. Era una combinación de lucha y boxeo en el que todas las técnicas estaban permitidas: aplastamiento, estrangulación, ruptura de huesos…. Lo único que se prohibía de forma expresa era morder, sacar los ojos al oponente o meter los dedos en su nariz. Los combates duraban hasta que uno de los adversarios desistía, levantando un dedo para abandonar.
La tercera de las modalidades, la que quedaba incluida en el Pentatlón, era el pugilato. Era el más duro de los deportes de combate. Los contendientes utilizaban correas de piel rugosa enrolladas sobre manos y brazos, con las que golpeaban a su adversario, principalmente, en cabeza, nariz, pómulos y barbilla. Los combates, sin asaltos, se prolongaban hasta que uno de los contrincantes cayese sin conocimiento, abandonase la competición o muriese.
Los Luchadores
La escultura representa a dos pancracistas inmersos en la lucha. Se trata de una escultura tallada para verse por todos sus lados ya que resulta difícilmente comprensible si nos limitamos a un único ángulo.
Durante los últimos siglos del desarrollo del arte griego, durante la conocida como época helenística, se puso de moda la representación de grupos de cuerpos enredados en complejas composiciones, denominados symplegmata. Aunque el término se utilizó, sobre todo, para composiciones eróticas, otras como esta, de atletas envueltos en el fragor de la lucha también quedaron incluidas en el grupo.
La escultura original apareció sin las cabezas de ambos contendientes. A uno de ellos se le colocó una cabeza de época romana y para el segundo se hizo una copia de esa misma cabeza.
Competiciones hípicas
Las competiciones hípicas no formaron parte de los Juegos Olímpicos hasta el año 680 a.C. Al ser imprescindible la posesión de uno o más caballos para participar en ellas, se convirtieron en pruebas esencialmente aristocráticas. En este tipo de competiciones los verdaderos participantes eran los dueños de los animales y no los jinetes o los aurigas (conductores de los carros). Por este motivo, esta fue la única competición en la que pudieron tomar parte las mujeres.
Como en otras pruebas de los Juegos, existieron diversas modalidades de competición. Las más frecuentes fueron las carreras de caballos, las de cuadrigas y las de bigas. En las primeras la monta se realizaba a pelo o sobre una alfombrilla de tela, el jinete debía ir desnudo, sin utilizar estribos y sujetando con ambas manos bridas y látigo.
Las carreras de cuadrigas eran competiciones de carros tirados por cuatro caballos de seis años o cuatro yeguas de cinco. El carro, pintado de vivos colores, era conducido por el auriga, que debía dar doce vueltas al hipódromo, completando unos 14 km.
Por último las carreras de bigas eran competiciones de carros tirados por dos animales que tenían que completar un total de ocho vueltas al hipódromo.
Auriga de Delfos
La escultura representa a un auriga o conductor de carro tirado, al parecer, por cuatro caballos. La figura original se fundió en bronce, en homenaje a la victoria en los Juegos Píticos de uno de los miembros de la familia de los Deinoménidas, tiranos de Siracusa y Gela, en Sicilia. La estatua se instaló en el santuario de Apolo en Delfos y fue parcialmente destruida por un terremoto en el siglo IV a.C., motivo por el cual se enterró ritualmente en las inmediaciones del santuario. Gracias a este hecho fortuito, el Auriga de Delfos ha sido uno de los pocos bronces griegos que se ha llegado a nuestros días.
El Auriga es un ejemplo perfecto de la evolución del arte griego desde las fórmulas arcaicas hacia el naturalismo idealizado del clasicismo. Se trata de una estatua del Estilo Severo en la que se ha roto la frontalidad total de la época anterior por medio del giro del torso y la cabeza, mientras se ha tratado de imprimir un naturalismo distante a la ejecución del rostro, en el que se observa una expresión serena, ausente y casi altiva.