El Esclavo Moribundo fue una de las muchas figuras que Miguel Ángel talló para la tumba del Papa Julio II, pero que nunca se colocaron en ella. El original forma pareja, en el Museo del Louvre, con el Esclavo Rebelde.
Miguel Ángel comenzó a tallar la figura original hacia 1513 pero nunca la terminó. Se desconoce por qué no lo hizo. Pero tampoco habría podido porque no hay suficiente cantidad de mármol bajo el pie derecho para poder tallarlo al completo sin que la estatua se rompa.
A pesar de su nombre, la figura representa a un prisionero y no a un esclavo. Parece que se trataba de una alegoría de la pintura, prisionera porque al morir el Papa no tenía quien la cultivase. La escultura se ha relacionado con la pintura por la representación inacabada del mono que hay tras la figura. Desde la Edad Media, los simios eran símbolos de la pintura porque se decía que, entre todas las artes, esta era la más similar a la naturaleza: ars simia naturae.