Los siglos III, II y I a.C. del arte griego se conocen como época helenística. En aquel período se puso de moda representar temas sin importancia en el arte. Además, se abrió el abanico de personajes. En la escultura ya no sólo aparecían jóvenes atléticos y bellas mujeres en la flor de la vida, sino también niños, ancianos y personas feas y deformes. Otra novedad consistió en abandonar la visión frontal de las esculturas. Ahora, las figuras se diseñaban para verse desde todos los ángulos y no sólo desde delante.
El Niño de la Oca es un ejemplo perfecto de las nuevas tendencias helenísticas. El grupo nos muestra a un niño jugando con una oca o un ganso. Se trata de una escena sencilla y familiar que no pretende tener ningún significado simbólico. Además, su composición en forma de pirámide nos obliga a rodear las figuras para poder apreciar todos los detalles de la escena.