El Espinario fue una de las pocas esculturas antiguas exhibidas en Roma, durante la Edad Media. Colocada en la Plaza de San Juan de Letrán, Sixto IV la trasladó a su ubicación actual en los Museos Capitolinos.
El original que se conserva en Italia se fundió en bronce. Sin embargo, existen muchas versiones del mismo tema, tanto en bronce como en mármol. Los temas anecdóticos, como este, estuvieron muy de moda en la época helenística.
Muchas de estas esculturas griegas se producían para vendérselas a las élites romanas. Estos clientes solían imponer ciertas modas. En este caso, la figura combina el naturalismo de la época a la hora de representar el cuerpo, con una cabeza que imita al clasicismo del siglo V a.C. El rostro no refleja ninguna emoción y el pelo se ordena de una forma nada naturalista.
Su temática está inspirada en un acontecimiento sin importancia; un niño que se ha clavado una espina en el pie y trata de sacársela. Su título se deriva, precisamente, de esta acción.