Se conservan numerosos bustos antiguos que representan al poeta griego por excelencia: Homero. El creador de la Ilíada y la Odisea vivió en el siglo VIII a.C. Sus retratos no se produjeron hasta siglos después, todos ellos idealizados.
El busto original está tallado en mármol, en un estilo que recuerda a la escultura del taller de Pérgamo. Parece que, en el siglo II a.C., este taller creó una estatua de cuerpo entero de Homero, a tamaño natural, que sirvió de prototipo para los muchos bustos que se hicieron después. En época helenística, el poeta era aclamado en todo el mundo griego. Muchas ciudades quisieron decorar sus bibliotecas con su imagen y se produjeron numerosas copias del busto de aquella estatua.
Homero está representado como un anciano, al final de su vida. Los ojos hundidos y vacíos hablan de la ceguera del poeta. El retrato, aún siendo imaginario, utiliza formas naturalistas para tratar de crear un personaje real, aunque no cercano. La banda sobre la frente lo relaciona con el mundo de los héroes y no con el de los mortales.